
Las tan mentadas frases “tienes que buscarle el lado positivo”, “sonríe, vas a ver como te sientes mejor” o “vamos de fiesta que con eso se te olvida” son los hijos no reconocidos del movimiento positivista que nos ha invadido los últimos años. Pero después de varios intentos de sonrisas fingidas, de fiestas forzadas y de “echarle ganas” nos estamos dando cuenta que el positivismo no engaña al corazón y que todas las emociones son necesarias para la felicidad humana.
Es necesario sentirse triste en un proceso de duelo y es normal sentir frustración ante un fracaso; tratar de adormecer esos sentimientos no nos hace nada bien. Tampoco se trata de echarle leña al fuego y si algo nos salió mal, defenestrarnos con críticas e insultos o hundirnos en el abismo de una depresión porque alguien ya no está con nosotros.
Se trata de sentir las emociones de lleno y abrasarnos, consentirnos, cuidarnos; como lo haríamos con alguien que quisiéramos mucho y estuviera pasando por un momento difícil. Pequeños actos de bondad hacia nosotros mismos nos ayudan a pasar los malos ratos y funcionan como proceso curativo para después emprender el plan de acción hacia una situación mejor, es decir; volverlo a intentar.
El aburrimiento, tristeza, frustración, enojo y cansancio; son momentos tan pasajeros como los más placenteros sentimientos y al mismo tiempo igual de importantes en nuestro crecimiento interno. El camino de la vida está lleno de ellos y podemos mirarlos sin miedo, invitarlos a pasar y cuando estemos listos, despedirlos y seguir adelante.
Con cariño.
Milva.
Hola Mil! Me alegra mucho leerte hoy. Este post me deja pensando en que armonizar es de las mejores opciones para cualquier estado. Son buenas las dosis de felicidad, pero también los frenos de realidad.
Bueno té mando un abrazo y te comparto lo siguiente: “y a veces sonrío aunque sea para despistar” 😉
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Claro, la idea es reflexionar sobre los sentimientos que no nos permitimos tener y encontrar un balance. ¡Gracias por leerme!
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